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| Imagen tomada de Diarioregistrado.com |
Suite bíblica: "el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra"...
"Así en la tierra como en el cielo"...
Así,
en la tierra como en el cielo.
En todos lados
la misma hediondez,
palabra horripilante,
pero horripilante es mi sentir
(frase horripilante).
Está claro que nada bueno puede surgir
de este sentir, de esta indignación,
de esta sensación de indignidad
al ver la justicia
violada
una
y otra
y otra vez
Atroz es el terrorismo,
pero mucho más terrible lo es
el perpetrado por el propio Estado.
Atroz es la injusticia,
pero mucho más flagrante
es la que viene de la mano de los tribunales.
¿Cómo puede la Justicia ser justa
si castiga al más virtuoso de sus jueces?
¿Qué justicia esperar
cuando sus fallos desnudan la memoria
y la visten como a la más sucia de las putas?
Un abogado de la querella proclama
"este es un triunfo de la abogacía",
y sin querer devela lo que ya todos sabíamos:
que la abogacía nada tiene que ver con la justicia,
que los tribunales juegan un perverso juego
en el que la verdad no tiene cabida,
y sólo importa la victoria,
la derrota del enemigo.
Acusan al buen juez
de desacreditar la justicia española
y no ven que son ellos mismos
en su necedad
quienes cavan la fosa del descrédito
y lejos de avergonzarse
brindarán esta noche con champán.

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