lunes, 10 de septiembre de 2012

De envidias y otros síntomas o Crónicas de la vida en el campo en los tiempos de la insostenibilidad -> Suite caprina


  Pre-Post scriptum: comenzó como una cosa, y cuándo no, mi humanidad ("herrar hes umano"), acabó en otra...

Cita de cita (soy un plagiario al cuadrado):


<< En esta época de retorno desmelenado y turístico a la Naturaleza, en que los ciudadanos miran la vida de campo como Rousseau miraba al buen salvaje, me solidarizo más que nunca con: a) Max Jacob, que en respuesta a una invitación para pasar el fin de semana en el  campo, dijo entre estupefacto y aterrado: «¿El campo, ese lugar donde los pollos se pasean crudos?»; b) el doctor Johnson, que en  mitad de una excursión al parque de Greenwich, expresó enérgicamente su preferencia por Fleet Street; c) Baudelaire, que llevó el amor de lo artificial hasta la noción misma de paraíso. >>
 Julio Cortázar, <Lucas, sus meditaciones ecológicas> - "Un tal Lucas"

No es raro que, tras salir de mi casa cargado hasta arriba con mi look de "campista trasnochado" (porque suelo ir a la sierra los lunes o domingos y no los fines de semana como sería esperable de alguien con un look tan "dominguero" como el mío), conjunto que consiste en ropa bastante desgastada más macuto o mochilota bien pesada (incluso, en ocasiones, con una segunda mochila pequeña al frente en donde viajan libros, termo y mate), no es raro, decía, cruzarme con la mirada de otros urbanitas que sin dificultad adivinan que marcho al campo. Por la mirada azorada y uniceja de más de uno, sobre todo de los muchos viejos de nuestro barrio pseudo falangista y católico, puedo imaginar que piensan algo del estilo: "vago y sucio... ¿por qué no buscas un trabajo?"; y tanto por la mirada de otros, por lo general más amable, como por algún que otro comentario que suelen arrojarme al pasar del estilo "¡qué envidia das, tío!" o "pal campete con este calor, ¡quién pudiera!", me doy cuenta de lo mucho que los urbanitas ignoramos de lo que implica el irse al campo, o lo fácil que se asocia este irse de la ciudad con huir o escaparse de un mundo de complicaciones hacia un mundo sencillo, del mundo del trabajo a un mundo de (h)ocio. "¡Hah!! ¡Hel placer del hatardecer, hel holor del campo!"
 La verdad es que tanto los viejos fachas como los románticos bucólicos nos equivocamos, y no de puro mal pensados, sino de ignorantes: si la cosa es tan obvia y es tan evidente que el campo es un lugar de evasión (y no en verdad el gran evadido), ¿por qué se han vaciado los pueblos? ¿Por qué van quedando sólo los viejos? ¿Por qué se van abandonando las tierras, se ensucia el monte (con las terribles consecuencias como los incendios que sufridos esta temporada en toda la península {incluido Portugal}), por qué la cizaña conquista territorios antes productivos?
 La respuesta, creo, es simple como el campo: porque es imposible en las condiciones actuales vivir de la tierra, y si la misma gente de los pueblos no lo hace (no vive-de-la-tierra), no es de vaga (o porque sea particularmente más vaga que la gente de la ciudad {en general, creo que es al contrario}), sino porque esta gente sí sabe lo que implica ese vivir-de-la-tierra, vivir-del-campo y lo ve, al decir de mi colega Mario, como "la última trinchera", para cuando "no haya más cojones que coger el azadón". La archi-escuchada sentencia "la dureza de la vida en el campo", siempre acompañada de un gesto grave y cierta solemnidad tanto por quien la profiere como por quien la escucha, no por cierta revela un mayor conocimiento de la situación de ninguno de las dos; tal expresión en todo caso enmascara o maquilla la ignorancia en un tapiz de supuesta comprensión y conciencia de lo que la vida en el campo es. Puedo decir, luego de nuestro infructuoso intento de comunidad del año pasado, que existen un sinfín de mitos urbanos con relación al campo, tantos que puesto a tratar el tema, no sabría por dónde comenzar... por lo que creo que lo mejor que puedo hacer es cronicar un poco nuestra cotidianidad durante las últimas semanas en la choza.
 Comencemos diciendo lo que suele ser una asociación inexorable entre el campo y un buen descanso... Pues bien, esta idea, al menos en lo que refiere al contexto de la choza... ¡es una falacia absoluta! Y paso a detallar: A finales del invierno tuvimos pulgas, provenientes del extraordinario abono que usamos para el huerto (era mierda de oveja, y lo de "extraordinario" lo dijo un viejo del pueblo, aunque a lo mejor se refería a la "vida interior" que aquella mierda en particular abrigaba). Evidentemente, este fertilizante no sólo sirve de alimento para el suelo y sus hortalizas, sino que también puede servir de cobijo para las pulgas que, tras abandonar la cobertura lanuda de las ovejas, se refugian en su mierda en proporciones similares a las de un éxodo civil durante un conflicto bélico. La plaga se comportaba a la usanza de un cuerpo guerrillero que hostigaba al enemigo tal como pedía el Che, "sin dejarlo descansar", y si bien el control de la plaga de pulgas fue muy difícil, el lograrlo no nos valió más que para darnos cuenta de que la colonia de ratones había experimentado un verdadero baby-boom. El impacto que nos generó ese crecimiento fue posiblemente debido a que, demasiado jodidos por las picaduras de las pulgas en la cama, no éramos conscientes de las dimensiones de la explosión demográfica que la colonia atravesaba y, cuando lo notamos, los condenados bichos estaban tan acostumbrados a nuestra lastimosa presencia que llegaban a quedarse unos instantes mirándonos desafiantes, antes de huir por techos, muros o debajo de las cestas de la choza. Así como no fuimos conscientes del crecimiento de la colonia de ratones, sí notamos cómo ésta fue reemplazada por una de bichos más robustos, con la cola más larga: ratas. Para entonces, los sistemas de almacenamiento de la comida, el grano, etcétera, vivieron una revolución copernicana: la choza, gracias al gato, estaba "asegurada contra ratones"... pero gracias a los perros de nuestros "compis" (así: entre comillas), al quedarnos sin el gato se volvió una cuestión de tiempo que aquello se convirtiera en un buffet libre de roedores. Entonces tocó dormir con tapones obligatoriamente, o de lo contrario era para desvelarse escuchando los juegos y las orgías que los roedores montaban, sólo comparables a las del Congreso de la Nación (ratas con trajes).
"Buscando a Wally" caprino
 Ahora pasemos a la rutilante-actualidad. Llegó el calor y entonces la cosa mejoró en el aspecto roedorístico (pues llegaron los gatos con la paridera primaveral {en el pueblo todas las gatas paren a la vez}), pero empeoró en otro: llegaron los mosquitos y las moscas, quienes al parecer hacen, respectivamente, media jornada. Para la siesta Mario tiene una tela mosquitera que usufructúo cuando no está, pero si no opto por darme una ducha con una maceta ("ducha mecánica" podría definir la enciclopedia británica), y así, fresquito, me tiro en un aislante inflable protegido de las moscas con unas sábanas. Y así, fresquito y protegido de las moscas, puedo descansar fantástico en la siesta, a la sombra al lado del cabrerizo, donde ya hace un par de lunas no moran las locas. La siesta intentamos que sea lo más temprano posible, pero rara vez lo conseguimos antes de las dos y pico.
Tenemos hasta las cuatro y media para levantarnos, lo que constituiría una flor de siesta en condiciones normales, pero como por las noches no solemos acostarnos hasta cerca de las doce (o pasadas) y el despertador suena a las cinco y media de la madrugada, el cansancio que se va acumulando merma el valor de la siesta que sabe a poco. Calculo que ese es el caldo de cultivo de lo que he dado en llamar:
 "La bipolaridad del pastor", definida como aquella que emerge entre las cinco o seis y tantas de la tarde (dependiendo de la hora a la que se suba a buscar a las cabras). Los primeros síntomas son difusa ansiedad, que puede estar acompañada por una agnosia visual que impide el reconocimiento de formas caprinas en el monte (frecuente comorbilidad con  binoculares tuertos); esto bien puede deberse a que las cabras rara vez están del lado del monte que se puede ver desde la choza, lo que permitiría tenerlas más o menos controladas (como mínimo sabiendo dónde están en un momento determinado). Luego, entre paso y paso, sobreviene cierto desánimo, que no sería tan marcado de no venir un abrupto quiebre en el terreno que, mientras merma nuestra capacidad pulmonar, sobreviene un sentimiento de inseguridad o duda, acompañada por una rumiación pasivo-agresiva que con relativa frecuencia se presenta ligada a una ideación pseudo culposa autoincriminatoria que a nivel del discurso podríamos describir como: "¿pero quién carajo me mandó a ser aprendiz de pastor de caaaaaabras, la puta que me parió?" ... (los puntos suspensivos están resaltados para destacar la importancia y el lapso irregular que se puede dar entre improperio e improperio, pudiendo variar de un sintético "cagontóloquesemenea" a otro tipo de observaciones, más profundas o peregrinas) ... "ovejas, vacas, todas con la movilidad de una embarazada de nueve meses ... pero no, el tipo fue a elegir caaaaabras, que se suben a los muros, que no hay valla que se les resista, que sieeeempre 'tiran pal moooonte' y el monte sieeeempre está a tomar por cuuuulo, sea de alto, sea de escarpado, sea lo que sea, y la madre que me parió, carajo". Así, a más de 1200 metros sobre el nivel del mar, emerge la desorientación producto de la aparición del resonar de cencerros, pero no se puede estar seguro del origen del sonido... el viento, claro, no ayuda, y los aviones (que por momentos circulan con muchísima frecuencia) incrementan las posibilidades de ilusiones auditivas: "¿eso fue una cabra güarreando... o es el puto Concorde surcando el cielo?". Para colmo de males andan también, armadas de cencerros, las vacas del Manolo y las ovejas del Genaro, las del primero sobre la cañada o arriba del monte, las del segundo siempre abajo, justo al lado de los canchos (entre las peñas de piedra) que es un lugar a donde las teníamos acostumbradas a estar a las locas, y al que cada tanto vuelven como bichos con memoria que son. Hasta que se llega a ver si están o no en el mencionado cancho, ya han podido emerger los reseñados síntomas una buena docena de veces (con variaciones sutiles y no tanto).
Paloma enseña a hacer pilates al picho
Pero también puede ser que al llegar a este punto del monte surja, inconfundible, un güarreo (nombre que le dan los del pueblo al sonido de la cabra), un güarreo DIVINO, ESPERANZADOR, y en el acto una tranquilidad inquietante (si tal cosa fuera posible) nos recorre... nos decimos "Están! no sé en dónde, pero están!!!" Entonces, tras ese ligero alivio es posible (aunque no probable) que logremos el reconocimiento visual de las muy cabras, tras el cual puede generarse una nueva escalada de inquietud y nerviosismo acompañada por síntomas de hostilidad/agresión, casi siempre asociada a exclamaciones del tipo: "pero miralas vos, qué hijas de puta son, que lejos questán!", o "me van a hacer ir hasta allá, las muy cabronas... las llamo, me responden pero me pueden tener toda la tarde gritándoles y haciendo sonar el grano en el morral... hijas de puta, mirá lo que tengo que subir, y ahora por dónde coño voy", etcétera. Tras las manifestaciones de hostilidad, surge otro sentimiento: el de la resignación; comenzamos a subir pacientemente, sabiendo que no hay camino (que "se hace camino al andar", parafrasea Serrat a Machado, justo en el momento en que me encantaría meterle una zarza en el orto y decirle: "tomá, la puta que te parió, hacé camino vos, que yo te sigo!"). Mario me dice que él no para de dar pasos, que, cual maratonista maniático, sigue dando pasos mirando alrededor de sí, no más allá de medio metro, porque si no "se bloquea" y creo que es buena estrategia, porque si uno sigue y sigue, comienza a valorar el esfuerzo de haber llevado el palo que sirviera de bastón todo el camino, y sin darse cuenta, puede ser que de repente (aunque en realidad pasaron 30 minutos) uno está arriba de las cabras... y entonces, todo va sobre ruedas, nos inunda una sensación de paz, de tranquilidad, uno agradece al destino, agradece al cielo, a las zarzas que hubieron de ser sorteadas, a los espartos con los que resbalamos por el caminante-no-hay-camino, al sol por calentar la sierra y calentarnos, y en esa paz agradece también la brisa por refrescarnos hasta por debajo de la piel... Entonces vuela una piedra que se estrella en una roca con cierto estruendo y se escucha "pero cooooooooño, qué carajo hacemos aquí, VAAAAAAMOS PAL MANANTIAAAAAAAL!!!", grito de pastor que pareciera negar toda la tranquilidad anterior (pero es pura apariencia) y las locas, mágicamente, comienzan a andar porque ya saben lo que viene: viene marchar, parando en los árboles a comer los últimos resabios del verde de la primavera que deja la sequía ibérica estival, y al final, en el manantial, sobre la ladera de la sierra, en la parte que los viejos llaman "lomogordo", sobre una roca que sirva de comedero una lluvia de granos que van a hacer las delicias de las locas, incentivo inexorable pa' que el hábito se logre (la magia, en estos términos, no existe... o es demasiado caprichosa, como en todos los planos, incluido el caprino).
Portfolio caprino: Carmen, Ñeca (Riquelme), Sierra por 2 y Paloma
 Entonces, y en contraste a la previa inquieta tranquilidad (si tal cosa...), a la paz, sobreviene la satisfacción: las bichas comen, puede que nos acerquemos a Caaaaarmen (la matriarca, cara 'e duque o marquesa, que tiene una infección en una teta que ha de ser ordeñada religiosamente todos los días), que la engañemos o, como dice Mario, la "seduzcamos" (es que el temor mella al relación con el animal), y comencemos con la última parte de la faena, del ritual... luego se acerca la "Ñeka" (Muñeca, o Riquelme {por sus características orejas que siempre me recuerdan el festejo de goles del jugador de boca), siempre dispuesta y cariñosa. La tomamos de los cuernos para que le deje mamar a su ahijada (forzosa), la Elvirita (bautizada en nombre de la mujer del pastor que nos la consiguió), luego damos de comer al Cancho (al perro pastor) y bajamos del monte con un síntoma nuevo: una sensación de plenitud, mucho más profunda, de mayor gratitud que antes, gratitud que se expande, con las bichas, con el monte, con la sierra, y con el convencimiento, ahora sí, de que ser aprendiz de pastor "es la ostia"... por lo menos hasta la siguiente tarde, "y así siempre".

Guerra acaba de dar a luz a Mora

lunes, 28 de mayo de 2012

El primer trabajo en la sierra ó ''El "bostario"''

 En el campo las faenas suelen superponerse, pudiendo conseguirse múltiples objetivos con una sola actividad. Por ejemplo, mientras hacemos leña para calentarnos y cocinar, vamos limpiando el monte en donde la próxima temporada podrá crecer más hierba para el ganado. 
Gitano llevando el abono hasta nuestro prao
 Así fue el encargo que nos hizo León, que nos pidió que limpiásemos su prao (lo que significaba recoger toda la mierda de la Mara, su yegua) y que acto seguido la llevásemos a su huerto, en donde la apreciadísima "basura" (como llaman en la sierra al guano) serviría como fertilizante para la cosecha de este año. Como forma de pago, León nos daría algunos euros y, lo más interesante, nos permitiría usar casi la mitad de su basura para abonar nuestro huerto. Semejante "oferta de negocios" no pudo menos que despertar la picardía de Mario, quien atento a la delicadísima situación laboral que se vive en esta península producto de la crisis, me dijo: 

- "¡Qué bien, tío! ¡Ya tienes una noticia buena y una mala para compartir con tu familia!"
- "¿Una buena y una mala?"-, repetí sin comprender.
- "¡Pues, claro! La buena es que ya tienes tu primer trabajo en la sierra...
- "¿Y la mala?
- "Pues que te pagan CON MIERDA!!!"

lunes, 19 de marzo de 2012

"Intu de güaild" ó Crónicas de una experiencia rural castellana


Vista del huerto en invierno 

 ¿Habrá sido conciente Jasón de que la gloria lo cubriría con su dorado manto tras cumplir con la épica incursión a la Cólquida a bordo del Argos? ¿Habrá intentado Hércules burlar los presagios del oráculo de Delfos, ese que le había presagiado la gloria eterna a la par que la muerte en la campaña contra Troya?
 Menos célebre, pero inapelable como la Esfinge ante Edipo, fue el presagio de Isaac, pastor experimentado, a mi amigo Mario, durante aquellas duras semanas de pupilaje caprino: el pastor sentenció "se te van a morir todas antes de los seis meses"...

 Y tal vez, antes de continuar, sea mejor una...

 ... pequeña introducción biográfica
El huerto, el cabrerizo y Mario pasando la vertedera con Gitano
 (Escrito tras mi primera experiencia campestre en Valdemanco, en otoño del 2009)

 << (...) Una hermosa mixtura de sensaciones que al cerrar los ojos van ligándose a imágenes, olores, sonidos de los últimos días en la llamada "sierra pobre" de Madrid... cierro los ojos y veo los colores de  los álamos, transformándose por el frío que comienza a caer desde la sierra y por el sol que por las tardes infla tanto las hojas de los árboles de un amarillo furioso que en ciertos momentos parecieran arder... si mantengo los ojos cerrados puedo ver a mi amigo Mario, dentro de la choza que él mismo construyó con sus manos de filósofo, jugando a las 11 de la noche (dice el pobre reloj, sin que nadie le lleve demasiado el apunte) con un leño de fresno, intentando descifrar los secretos de esta madera tan presente en las tierritas que tiene arrendadas; Mariete se vale de un pequeño machete porque "es más fácil de manejar para lo chiquito", además de que el machete grande no podría siquiera ser abanicado en el aire sin cargarse el techo y parte de la pared de adobe que él mismo se inventó hace unos años cuando construyó la choza... Mariete se vale no sólo del machete sino también de una linterna frontal, pero fundamentalmente se vale del fuego de su corazón inquieto para investigar, para escrutar la materia y sus relaciones con la energía...
La familia durante la última trashumancia de diciembre-enero


 Como cada vez que he ido al campo, a la montaña, mi sensación de entrada es la del asombro ante mi propio desvalimiento: no sé agarrar un machete, se me complica sobremanera atar una soga y la sencilla tarea de cavar un pozo con una pala se convierte en un acertijo que si me lo hiciera la Esfinge hoy cenaría Santiago a las brasas (si la loca consigue encender el fuego con la leña mojada). Así, puede pensarse que mi llegada a Valdemanco tuvo bastante de repetición, pero ésta es más aparente que real, porque la sensación de impotencia que me arreciaba por todos lados fue y es siempre en alguna medida original: cuando comenzaba a manejar medianamente mejor la pala, llegaba el momento de descargar la arena en algún lado, lo que hasta el final de la tarea fue siempre un oscurísimo misterio pues no sabía en qué terminaría lo que estaba haciendo (situación bastante similar a la que está sucediendo mientras escribo esto, que no sé dónde acabará); más tarde eso se convertía en un muro de piedras (que tampoco podía apilar de manera que quedaran estables: muro de los incas, muro de los incapaces), luego sería la preciosa base del tipi... o luego cuando las cabras de mi amigo se me disparaban sierra arriba, no sólo no lograr frenarlas sino que con cada intento de hacerlas volver, me gambetearan cual burrito Ortega en su mejor época y me dejaran pagando viendo cómo de nuevo arrancaban para cualquier lugar, menos hacia el deseado. >>
Mariete ordeñando a la Sierra en verano

 Tras los toques biográficos, una...
 Pequeña (y jocosa) crónica del Prao Manolo.
 Todo comenzó con un filósofo y su pareja, que fueron descubriendo (o pensando) que querían vivir del campo/en el campo (parecido no es lo mismo). Comenzaron con una pequeña tierrita que unos viejos del pueblo les habían ofrecido para poner un huerto, oportunidad que no dejaron pasar: Mario construyó un "precioso" mini-estanque de cemento para el huerto (un implemento que al día de hoy Mario recuerda como "¡un deliiiiiirio! ¡No servía para nada!"). Una amiga de ellos montó un tipi (tienda estilo sioux) en un terreno arriba del pueblo, lo que les inspiró la idea de construir una pequeña choza para vivir más en contacto con la naturaleza. ¡Y allá fueron! Arrendaron unas tierras y mientras Paulita trabajaba afuera, Mario comenzaba la construcción de la choza y liquidaba ahorros de viejos trabajos para poder comprar las herramientas necesarias. (Se pueden ver imágenes del proceso en el blog del Prao: mundochoza.blogspot.com)
Pastoreo matinal: Carmen y Viento miran las manos del pastor
 Una vez acabada la choza, se fueron de viaje a tierras mexicanas, a vivir en diversas comunidades indígenas en donde aprendieron algunas artes de aquellas tierras. Fue entonces cuando Mario maduró la idea de tener animales: al volver compró unas cuantas cabras y unas cuantas gallinas, y con lo aprendido en México construyó un cabrerizo-gallinero, siguiendo sólo en parte las recomendaciones de los viejos del pueblo. ¿Para qué cercas y vallas? Se trataba de desarrollar un nuevo concepto de granja más horizontal, democrática... ¡una granja jipi! La cosa era enseñarle a gallinas y cabras que no se podían acercar al huerto... y el aprendizaje iba bien, no se acercaban y al acercarse Mario las ahuyentaba, con lo que era de esperarse (o no) que aprendieran que el huerto era tierra prohibida... el tema fue que las gallinas, justo-justo antes de graduarse, se comieron el huerto. "No hay mal que por bien no venga", dice el refranero, y merced de tal sentencia no hace falta señalar lo hermosas que se pusieron las gallinas (no todos los días uno puede ver animales de granja alimentados con hortalizas ecológicas). Semejante crianza no puede pasar desapercibida, ni siquiera para los zorros (o sobre todo para éstos) y fue así que, al pasar por el prado, los zorros no pudieron evitar sentirse invitados al banquete que el Mariete humanitaria (e involuntariamente) convidó. Cabe agregarse que, entre que no había valla ni perro, y encima las locas estaban más para un reality de obesos que para una carrera de 50 metros llanos, las gallinas, de puro gordas, pobres, no tuvieron oportunidad. 
Duna, Fernando y las obras de ampliación durante otoño
 Todas estas experiencias no fueron vanas: Mario aprendió importantes lecciones: valló el huerto, buscó un perro para cuidar las gallinas y otro para cuidar las cabras. Algunos viejos le dijeron que el perro que tenía para lo segundo no servía, que acabaría comiéndose a las cabras, pero él opinó diferente e hizo hasta lo imposible por enseñarle a ser un perro pastor... 
 Como se dice por ahí, "el diablo sabe por diablo pero más sabe por viejo"... y dicho esto, tal vez no haga falta siquiera mentar la conclusión... Mario descuidó la choza unos días mientras le ayudaba a Paula a montar su casa en el pueblo (había decidido que no quería vivir en la choza), y entonces el perro se fue comiendo las gallinas que quedaban y las cabras. Todas menos la Caaaaaaarmen, de quien el perro, se comentaba no sin acierto, estaba enamorado. La profecía de Isaac quedaba finalmente cumplida, salvo por que no murieron todas, salvo porque no fueron seis meses sino ocho...
 Esta catástrofe supuso un muy duro golpe para Mario que, habiéndolo dejado con su pareja, decidió salir con su caballo y su cabra a trashumar. Pero eso lo dejaremos para una segunda parte...

Viento, el chivo, se duerme in fraganti sobre un saco de avena
Por ahora, baste decir que los procesos han continuado, que las cosas no se han rebelado contra la máxima de Heráclito y el cambio sigue siendo ley: Mario ya no se desvela, al menos no por propia voluntad, y se levanta antes de que el sol siquiera se asome (de ahí la memorable frase: "no es por nada, Mario, pero me parece que te has levantado dos veces el mismo día"). Hoy el prao cuenta con diez chivas (tres preñadas) y un chivo, hemos preparado un segundo huerto, hemos ampliado la choza y estamos cerca de tener un horno. La linterna frontal ha sido abandonada, salvo para las visitas o para urgencias y las noches de desvelo nacen del influjo de la luna llena. Y así vamos, intentando ser autosuficientes, intentando generar una comunidad más allá de nosotros que nos permita desarrollar una alternativa para otros que, como nosotros, creen que otro mundo es posible... 

 Madrid, 19 de marzo

martes, 21 de febrero de 2012

L'especulació immobiliària i 'les regles del joc'


Urbanització fantasma a la serra. De cada 15 chalets que se observan, sólo uno está ocupado.
 Reproduzco una charla de café entre jóvenes becarias españolas. Una es claramente de derechas, la otra de izquierdas, y conversan acerca de la ley de hipotecas en el contexto español (ya reseñado en otras entradas: familias en la calle mientras casi 4.000.000 de pisos continúan vacíos {ver Público.es}).

- "Lo de los desahucios es inmoral"
- "Pues sí, me parece triste... pero ¿qué se le va a hacer? Nadie obligó a esas personas a hipotecarse"
- "Eso es cierto, pero fueron los bancos quienes motivaron a las personas pedir créditos por montos superiores a los que requerían; fueron los bancos los que tasaron las casas a un precio exorbitado y luego las revisaron a la baja"
- "Ya lo sé, pero ¿qué esperas de los bancos? Ellos hacen su negocio, uno si quiere firma, si no quiere no..."
Stop amb l'especulació!
- "Pero es que ¡es inmoral! Piensa que no son ni casos hipotéticos, ni números, ni estadísticas. Quiero decir, por ejemplo, una familia se hipoteca por 400 mil euros, no puede pagar la hipoteca, la desahucian de la casa, pero como los precios estaban inflados, ahora al entregar la casa le condonan sólo la mitad de la deuda, 200 mil euros, y el resto es una deuda al banco que explícame ¿cómo coños hace una familia desahuciada para pagar? ¿Cómo hace si el sueldo mínimo está congelado en 600 euros y tenemos más de 4 millones de parados? 
- "Pero ese no es un problema del banco. Son las reglas del juego"
- "'¿¡Las reglas del juego!?' ... Tía, hasta hace menos de un año trabajabas 8 horas y no cobrabas, ahora cobras 500 euros... ¿¡Es que no te das cuenta de que defiendes 'las reglas del juego' cuando tú no eres ni el dado!?

                                                          Madrid, 21 de febrer

viernes, 10 de febrero de 2012

"Sucede hasta en las mejores familias"...

Imagen tomada de Diarioregistrado.com
... ó "¿quién no tiene un muerto en el armario"?
 Suite bíblica: "el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra"...
 "Así en la tierra como en el cielo"...

 Así,
 en la tierra como en el cielo.

 En todos lados
la misma hediondez,
palabra horripilante,
pero horripilante es mi sentir
(frase horripilante).

 Está claro que nada bueno puede surgir
de este sentir, de esta indignación,
de esta sensación de indignidad
al ver la justicia
violada
una
y otra
        y otra vez

 Atroz es el terrorismo,
pero mucho más terrible lo es
el perpetrado por el propio Estado.

 Atroz es la injusticia,
pero mucho más flagrante
es la que viene de la mano de los tribunales.

 ¿Cómo puede la Justicia ser justa
si castiga al más virtuoso de sus jueces?
¿Qué justicia esperar
cuando sus fallos desnudan la memoria
 y la visten como a la más sucia de las putas?

 Un abogado de la querella proclama
"este es un triunfo de la abogacía",
y sin querer devela lo que ya todos sabíamos:
que la abogacía nada tiene que ver con la justicia,
que los tribunales juegan un perverso juego
en el que la verdad no tiene cabida,
y sólo importa la victoria,
la derrota del enemigo.

 Acusan al buen juez
de desacreditar la justicia española
y no ven que son ellos mismos
en su necedad
quienes cavan la fosa del descrédito
y lejos de avergonzarse
brindarán esta noche con champán.

viernes, 3 de febrero de 2012

Vivint a la serra amb massa feina però...

però en lloc un comentari sobre la broncemia.
un vers sense esforç..:!
(no rima res)

 Aixì, potser cacofònic, comença l'any 2012.
 "Aixì a la terra com al cel"

 Gloria a Deu!! "Oh Sanna, that's the question!"

 Com deia el pastor d'en Warren Sánchez,
a la veu del Marcos Mundstock,
"lograrás una humildad que te llenará de orgullo y soberbia"

 jo no he trobat cap humildad, però estic ple de orgull, d'un hermoso i sentit orgull de fill.



 Que gran que és mon pare!
 No puc dir més que:
 "¡Dibuje maestro,
dibuje!".